COLLARES
El gato no soporta los collares, ni los gorros, ni las camisetas, ni los lazos. Si le pones un collar a un gato terminará por seguir viviendo porque no le queda otra pero habrá pasado muchas horas, días, y muchos malos momentos hasta aceptar que no se lo puede quitar sin tu ayuda. Nunca se acostumbrará del todo a él. Siempre soñará con liberar su cuello.
Un gato no necesita un collar alrededor de cuello. Le resulta altamente incomodo, le desagrada, le ata, y además, un collar es un gran peligro: Si queda enganchado a cualquier cosa por el collar su instinto le hará siempre luchar, empujará intentando liberarse, hasta morir ahogado. Esto incluye los collares antiparasitarios. Existen, mucho más seguros y efectivos, las pastillas y pipetas especiales para gatos.
Si se valora necesario, si no hay más remedio que ponerle un collar, están son las pautas que debemos respetar:
- El collar debe ser elástico, para que si queda enganchado en algún sitio pueda sacar la cabeza de él y escapar. Hay que comprobar el grado de elasticidad, algunos tienen una elasticidad muy baja y sólo permite meter las patas intentando quitárselo pero no sacar la cabeza.
- Los collares con cierre de apertura a presión pueden ser una alternativa al elástico, pero hay que asegurarse que el cierre cede a una presión más bien leve.
- No debe tener extremos o cierre afilados y/o cortantes. El gato intentará quitarse el collar en múltiples ocasiones con las manos y con las patas traseras y podría dañarse.
- El collar se debe colocar no demasiado flojo ni demasiado apretado. Deben entrarnos dos dedos entre el collar y el cuello con facilidad. Si lo dejamos flojo la pata del gato podría quedar atrapada.
- El gato debe «acostumbrarse» al collar antes de dejarle salir al exterior con él. Hay que ponerle el collar en casa y vigilarle, ver su reacción y darle tiempo a que se resigne.
- No se debe poner un collar a un gato de menos de 6 meses. A esta edad son especialmente activos y también especialmente frágiles con lo que los riesgos de engancharse se multiplican. Además de que no se debería dejar salir a la calle a un gato doméstico antes de esa edad.
- Cualquier objeto colgante que coloquemos al collar como cascabeles, o chapas identificativas, son un peligro añadido, incrementamos el riesgo de quedar enganchado. Ahora bien, una chapa con número de teléfono es una medida para por si al gato le sucediese algún accidente y alguien lo viese pueda avisarnos…. o para que no lo recojan pensando que es un gato abandonado…., nuevamente hay que valorar los pros y contras….
- Ni los collares ni las chapas con número de teléfono, deberían sustituir la obligatoriedad y la necesidad de poner chip a los gatos con acceso al exterior.
CASCABELES
El gato es un animal que disfruta con la tranquilidad, la paz y el sosiego, por lo que el tintineo agotador y constante de un cascabel no sólo no es de su agrado sino que podría acarrearle problemas de comportamiento, e incluso, problemas neurológicos.
El oído del gato es mucho más sensible que el del humano y el hecho de tener un sonido continuo, cerca de su pabellón auditivo, provoca que el sistema nervioso esté constantemente reaccionando ante ese estímulo sonoro, lo que a la larga produce pérdida progresiva de la audición y si el cascabel es grande y muy sonoro sordera.
Se han documentado casos de gatos que, en un intento de hacer que pare el sonido, han aprendido a morder el cascabel y llevarlo en la boca.
Los gatos que salen al exterior con cascabel pierden la posibilidad de pasar desapercibidos, algo fundamental para cualquier animal en relación a su seguridad vital.